jueves, 28 de abril de 2011

Las 10 trasnacionales "gigantes y secretas" que controlan las materias primas / Alfredo Jalife-Rahme *

Antecedentes: Zheng Fengtian, profesor de la Escuela de Economía Agrícola de la Universidad Renmin, de China (Global Times, 13/4/11), fustiga "el monopolio de los granos que ejerce Occidente" y la "manipulación deliberada de los precios por los especuladores internacionales" gracias a la desregulación que gozan en Wall Street y la City, así como en los paraísos fiscales (v.gr Suiza): "no podemos depender sólo de Estados Unidos (EU) para resolver la crisis alimentaria global" ni de las "cuatro (sic) gigantes (sic) trasnacionales".

No especifica cuáles, pero los lectores pueden consultar mis artículos sobre el "cártel anglosajón de la guerra alimentaria" (ver Bajo la Lupa; 4, 16, 23 y 27/4/08; 4/4/10, 4/8/10, 8/10/10; 16 y 19/1/11) y su "meganegocio" (Radar Geopolítico; Contralínea, 30/1/11). Fengtian adopta la añeja tesis de Bajo la Lupa sobre la "guerra alimentaria" que libra Washington para someter al mundo: "en el pasado (sic), EU tomó ventaja de su papel dominante en el mercado global de alimentos para adoptarlos como arma (¡supersic!) política".

Hechos:
El mundo anglosajón cacarea huecamente la transparencia y la rendición de cuentas, mientras oculta simultáneamente sus "10 gigantes (sic) trasnacionales secretas (¡supersic!)", que "controlan la comercialización de los hidrocarburos y las materias primas", según The Daily Telegraph (15/4/11). ¡Cómo si no nos bastasen las depredadoras trasnacionales (BP, Tepco, Schlumberger/Transocean, etcétera) que cotizan despiadadamente en la bolsa!

Más allá de los tenebrosos grupos de la plutocracia (private equity) –como el grupo texano Carlyle (vinculado al nepotismo de los Bush) y el inimputable Blackstone Group (controlado por Peter G. Petersen y Stephen A. Schwarzman, cuyas hazañas se remontan al macabro cobro de los seguros de las Torres Gemelas del 11/9; ver Bajo la Lupa, 26/9/04 y 3/10/04)–, The Daily Telegraph devela la identidad oculta de "las principales 10 comercializadoras globales de petróleo y materias primas":

1. Vitol Group: sede en Ginebra y Rotterdam, con ingresos por 195 mil millones de dólares en la comercialización de hidrocarburos; la primera petrolera en exportar con puntualidad desde la región controlada por los rebeldes en Libia.

2. Glencore Intl.: sede en Baar (Suiza), con ingresos por 145 mil millones de dólares en metales, minerales, productos agrícolas y de energía; fundada por el israelí-belga-español Marc Rich; acusada por la CIA (¡supersic!) de sobornar a gobernantes; controla 34 por ciento de la minera global suizo-británica Xstrata; apostó al alza del trigo durante la sequía rusa (The Financial Times, 24/4/11); el banquero Nat Rothschild "recomendó" a su polémico nuevo director Simon Murray (The Daily Telegraph, 23/4/11); destaca la circularidad financiera del binomio Rotshchild-Rich.

3. Cargill: sede en Minneapolis, Minnesota, con ingresos por 108 mil millones de dólares en agronegocios, carnes, biocombustibles, acero y sal; severamente criticada por deforestación, contaminación de todo género (incluida la alimentaria) y abusos contra los derechos humanos.

4. Koch Industries: sede en Wichita, Kansas, con ingresos por 100 mil millones de dólares en refinación y transporte de petróleo, petroquímicos, papel, etcétera; empresa familiar (la segunda más importante en EU detrás de Cargill) manejada por los hermanos ultraconservadores David y Charles Koch, quienes financian al Partido del Té.

5. Trafigura: sede en Ginebra, con ingresos por 79,200 millones de dólares en petróleo crudo, comercialización de metales; depredadora tóxica en África; proviene de la separación de varias empresas del israelí-belga-español Marc Rich.

6. Gunvor Intl.: sede en Amsterdam y Ginebra, con ingresos por 65 mil millones de dólares en petróleo, electricidad y carbón.

7. Archer Daniels Midland Co.: sede en Decatur, Illinois, con ingresos por 62 mil millones de dólares en maíz, trigo, cacao; listada en la Bolsa de Nueva York; actuación escandalosa y enjuiciada por contaminación reiterativa; se ha beneficiado de los subsidios agrícolas del gobierno de EU.

8. Noble Group: sede en Hong Kong, con ingresos por 56,700 millones de dólares en azúcar brasileño y carbón australiano; sólidos vínculos con HSBC y la polémica empresa contable Pricewaterhouse Coopers; cotiza en el Índice Strait Times (Singapur).

9. Mercuria Energy Group: sede en Ginebra, con ingresos por 46 mil millones de dólares en petróleo y gas.

10. Bunge: sede en White Plains, Nueva York, con ingresos por 45,700 millones de dólares en granos, soya, azúcar, etanol y fertilizantes; multada en EU por emisiones contaminantes.
The Daily Telegraph agrega sorprendentemente como "mención especial" a Phibro, hoy subsidiaria de Occidental Petroleum Corporation (Oxy): sede en Westport (Connecticut), con 10 por ciento de los ingresos del banco Citigroup en 2007 en petróleo, gas, metales y granos, donde inició su "aprendizaje" el israelí-belga-español Marc Rich.

De las 11 trasnacionales piratas, cinco pertenecen a EU, tres a Suiza (notable paraíso fiscal bancario), dos son suizo-holandesas y una es de Hong Kong (vinculada a Gran Bretaña). Si cotizaran en la bolsa las 11 se colocarían desde el ranking siete hasta el 156 en la clasificación de Fortune Global 500. Sin penetrar en la genealogía de sus prestanombres y verdaderos dueños, destaca la ominosa sombra del israelí-belga-español Marc Rich en tres empresas piratas: Glencore Intl., Trafigura y Phibro.

El israelí-belga-español Marc Rich merece una mención honorífica y cuya biografía mafiosa revela quizá una de las razones del hermetismo de las "gigantes" trasnacionales que no cotizan en las bolsas y que mueven nocivamente verdaderas fortunas sin el menor escrutinio gubernamental ni ciudadano. ¿Será mera casualidad o causalidad que Rich aparezca en tres de las "secretas" 11 empresas "gigantes" que especulan desde las penumbras con los precios de los alimentos, hidrocarburos y metales?

Marc Rich, perseguido por evasor fiscal en EU (luego perdonado controvertidamente por Clinton), ha sido expuesto como "espía del Mossad israelí" (Niles Latham, New York Post, 5/2/01) y "lavador de dinero" de las mafias (The Washington Times, 21/6/02).

El investigador William Engdahl desde hace 15 años expuso "la red financiera secreta (¡supersic!)" detrás de los banqueros esclavistas Rothschild, el megaespeculador "filántropo" George Soros y el mafioso Marc Rich. Cada vez se asienta más el papel determinante de Israel en el lavado de dinero global (ver Bajo la Lupa, 20/4/11).

Conclusión:
¿Cómo puede pasar sin ser detectada una trasnacional "gigante" en la época de la antiterrorista "seguridad del hogar"? ¿Es posible que en el siglo XXI todavía existan empresas "secretas" y/o piratas, que entendemos significa que se den el lujo de no cotizar en las bolsas, pero que gozan de todas las canonjías del "libre mercado" desde su comercialización pasando por su bursatilización hasta su blanqueo criminal?

¿Son "gigantes secretos" y/o "clandestinos" tolerados por el sistema anglosajón y sus mafiosos paraísos fiscales? ¿Se puede mantener "secreta" la actividad pirata y criminalmente blanqueadora de las clandestinas trasnacionales "gigantes" que controlan los alimentos y los energéticos, usados como "armas de destrucción masiva" contra la mayoría del género humano?

(*) Alfredo Jalife-Rahme es especialista en relaciones internacionales, geopolítica y globalización. Es además profesor en la UNAM

De Telefónica y otras desfachateces / Juan Francisco Martín Seco *

Telefónica acaba de anunciar en Londres, tras obtener en 2010 unos beneficios récord, que prescindirá del 20 por ciento de su plantilla en España (6.000 trabajadores). 

El recorte se inserta en un proceso continuo de eliminación de puestos de trabajo, cuyo último episodio, por ahora, fue el expediente de regulación de empleo (ERE) aprobado en 2003 por el entonces ministro de trabajo Eduardo Zaplana, para reducir en cinco años, hasta 2008, un tercio de la plantilla (15.000 trabajadores) y que, a su vez, vino precedido de otro ERE en 1999, que afectó a 10.849 trabajadores, aplicado por Juan Villalonga, presidente a la sazón de la compañía y a quien más tarde sucedería el actual, Alierta. 

El ajuste de plantilla no sólo se encuadra en el hecho de que Telefónica haya obtenido en 2010 -peor año de la crisis-, unos ingentes beneficios, sino en el anuncio de que va a distribuir 7.300 millones de euros en dividendos y primará a sus directivos con gratificaciones por importe de 450 millones. 

Dicen que el ministro de Trabajo mostró su malestar afirmando que no era un buen momento para el recorte. Sería interesante conocer qué momento considera bueno para despedir personal, ¿quizá después de las elecciones? 

En cualquier caso, no debe preocuparse porque es muy posible que dentro de unos años, cuando él cese, con un poco de suerte, Telefónica le ofrezca un buen puesto como ya hizo con su antecesor Zaplana, nombrado por Alierta en 2008 asesor y delegado de la compañía en Bruselas.

Rubalcaba ha afirmado que no está de acuerdo con la medida y que más claro no puede ser. Digo yo que más claro sí podría haber sido tanto él como todo el Gobierno mediante el procedimiento de no aprobar una reforma laboral que propicia decisiones como ésta de permitir que empresas con fabulosos beneficios puedan sin ningún tipo de traba aprobar un ERE. 

Lo grave del asunto es que se intentan justificar las reformas del mercado de trabajo como medidas necesarias para crear empleo, cuando en realidad lo único que se consigue es abaratar los despidos y, por lo tanto, destruir puestos de trabajo. 

¿Nos puede extrañar que la crisis haya destruido en España más empleo que en ningún otro país de la Unión Europea?

Los sucesivos ERE dejan al descubierto un proceso de externalizaciones, mediante el que se logra que muchos trabajadores presten sus servicios en Telefónica sin ser empleados de la compañía. Es un fenómeno generalizado en las grandes sociedades. 

Deberíamos tomar conciencia de este hecho insólito, lo extraordinariamente difícil que resulta para el consumidor entrar en contacto con un trabajador que tenga una relación laboral con la compañía con la que se contrata un determinado servicio. Ni quienes nos atienden para darnos información, ni quienes nos hacen el contrato, ni quienes reciben nuestras reclamaciones, ni los operarios que realizan la instalación o que reparan las averías son empleados de la sociedad prestadora del servicio. Todos ellos son personal de contratas externas y, en algunos casos, subcontratas de subcontratas.

Varias son las consecuencias de esta situación. La primera, la progresiva precariedad de las relaciones laborales: los trabajadores son contratados en condiciones bastante peores que los de la compañía original, a menudo en calidad de autónomos ficticios y con retribuciones variables y mínimas.

En segundo lugar, en momentos de crisis, el despido es mucho más sencillo aun cuando la sociedad esté obteniendo pingues beneficios, ya que la relación laboral es con empresas secundarias, muchas de ellas sin capital y fáciles de cerrar en caso de necesidad. En tercer lugar, y como resultado de las anteriores, la cualificación profesional es mucho peor y la asistencia que reciben los consumidores, por ello, más deficiente.

En Telefónica concurre además otra circunstancia que deja al descubierto la verdadera condición de nuestro sistema económico y político. Telefónica ha sido privatizada y a través de ella se puede conocer en qué ha consistido el proceso de privatizaciones. Se ha producido una simbiosis perfecta entre poder político y económico. El primero ha entregado a manos privadas las grandes empresas públicas que, además de prestar servicios a todos los ciudadanos, aportaban a la Hacienda Pública elevados beneficios. 

Se ha provocado así un expolio. Los políticos han colocado al frente de las empresas privatizadas a sus amigos, sin mayor título ni mérito, y éstos en justa correspondencia les reservan para cuando abandonen la actividad pública un importante puesto o el sillón de un consejo. En este mundo económico empresarial no existen ni el mérito ni la capacidad, todo se reduce al chalaneo, a la recomendación, al tráfico de influencias. 

Se genera de este modo una elite ficticia, cuyos componentes se autodenominan grandes especialistas y se autopremian con retribuciones de escándalo, utilizando la pueril excusa de que de lo contrario, habría fuga de cerebros. Lo peor de todo es que terminan creyéndoselo. ¿Adónde van a fugarse que estén mejor? Por otra parte, al tratarse de mercados cautivos los mayores o menores beneficios de las empresas no guardan relación con la gestión sino con la calidad del servicio y con las tarifas que se imponen abusivamente.

Lo único que han originado las privatizaciones es un incremento del desempleo, peores condiciones laborales, retribuciones de escándalo para los ejecutivos -que no representan a nada ni a nadie excepto a los amiguetes que los han nombrado o contratado-, un empeoramiento de los servicios públicos y la indefensión del consumidor carente de todo poder frente a las grandes empresas.

El colmo de la desfachatez consiste en afirmar, tal como ha hecho Esperanza Aguirre a propósito del Canal de Isabel II que su privatización significa devolver la propiedad a los madrileños; y el colmo de la estulticia, la del presidente de Loterías declarando que si este organismo se privatiza es para que sea más eficaz, con lo que está reconociendo que su gestión ha sido un desastre. El desenlace no debería ser privatizar la entidad sino cesarle.


(*) Juan Fco. Martín Seco es Licenciado en Ciencias Económicas. Licenciado en Filosofía y Letras. Graduado Social. Diplomado en Análisis y Política Monetaria por el Fondo Monetario Internacional. Oposiciones al Cuerpo Superior de Interventores y Auditores del Estado, e Inspector de Entidades de Crédito y Ahorro en el Banco de España.

Tribulaciones del ajuste inmobiliario / José Manuel Naredo *

Los cuatro años transcurridos desde que, a partir de abril de 2007, empezaron a caer los precios en los anuncios de venta de viviendas inducen a reflexionar sobre la duración y las consecuencias de un ajuste que no termina de producirse, pues, en este primer trimestre del año, los precios de la vivienda (de anuncios y tasaciones) han acelerado su caída, a la vez que sigue disminuyendo el empleo en la construcción. 

El ajuste tendrá que dar salida al enorme stock actual de viviendas en busca de comprador. Si a las viviendas nuevas y usadas en venta se añaden aquellas otras en construcción y en proyecto, este stock supera largamente los dos millones. Esta desmesurada oferta se topa hoy con una escuálida demanda, cuyo componente especulativo y turístico se ha desinflado con la crisis, junto a las expectativas de revalorización. 

Además, la demanda efectiva de vivienda de nuestros hogares (los más endeudados de la UE) acusa tanto el declive de la población inmigrante, como el de los nuevos demandantes (de 25 a 45 años), especialmente castigados por el paro y los recortes sociales y salariales. En este contexto observamos la insólita actuación de un ministro de Fomento que se declara socialista y que, en vez de aprovechar la ocasión para reconstruir el casi desaparecido stock de vivienda social, viajará como comercial por el mundo ofreciendo viviendas a “inversores” de lejanos países.

La duración del ajuste depende de la flexibilidad y transparencia de los precios inmobiliarios. Es aquí donde la falta de información de precios de mercado y la valoración del stock inmobiliario en manos de bancos, cajas y promotoras hipotecadas con precios de tasación inflados están retrasando el ajuste. 

Asistimos así a desorientadoras discrepancias entre la caída del 14,8 % de los precios de tasación, la del 24,5 % de los precios de los anuncios y las más acusadas de los precios efectivos de compraventa y de subasta. El hecho de que Caja Madrid haya adjudicado a su “banco malo” la inmensa torre enclavada en la antigua Ciudad deportiva del Real Madrid, que compró y valoró a precios muy superiores a los actuales, ilustra el afán de escabullir minusvalías patrimoniales que caracteriza a las actuales tribulaciones inmobiliarias.

(*) José Manuel Naredo es economista y estadístico

Los tres avisos / Manuel Reyes Mate *

Decía Marx que la Humanidad solo se plantea aquellos problemas que en cada momento puede resolver, lo que no significa, añadimos por cuenta propia, que se emplee en resolverlos. Hay uno que lleva golpeando a nuestras puertas desde hace tres años y no consigue hacerse oír pese a las sobrecogedoras señales que lo anuncian. El susodicho asunto se expresa en formas tan vagas como «no podemos seguir así» o «esto no da más de sí», pero también en fórmulas tan precisas como «nuestro estilo de vida es inviable».
Estas formulaciones tienen un aire truculento pero no lo son si atendemos a los avisos que llevan a esas conclusiones. El primero de ellos tuvo lugar en el verano del 2008. La crisis financiera deshizo la ilusión de vivir en el mejor de los mundos. Había dinero disponible con el que saciar los sueños de consumo, hasta que una crisis se cobra en pocos meses dos millones de parados y cunde la alarma. De repente descubrimos que somos más pobres como país y que, de la noche a la mañana, nos hemos empobrecido individualmente. 
 
El mensaje que nos envían políticos y expertos es que estamos ante una mala racha, fruto, en buena parte como dijeron Obama y Almunia, «de la avaricia de los financieros». Aceptamos, aunque sea a regañadientes, apretarnos el cinturón porque esperamos que vuelvan los viejos buenos tiempos. El aviso no encuentra oídos.
La segunda señal se ilumina en el norte de África. La rebelión de una juventud sin expectativas se lleva por delante en Túnez, Egipto y Libia regímenes dictatoriales y corruptos que han servido mejor a los intereses de los países ricos que a los de sus propios pueblos. Pero el petróleo se dispara. No es un asunto menor pues de su precio controlado depende la recuperación de la maltrecha economía europea. Lo que esos pueblos ganan en libertad perdemos nosotros en esperanza. 
 
En ese momento cobra fuerza la idea de la energía atómica. Asusta la idea de un litro de gasolina a dos o tres euros porque, no lo dudemos, una democratización de esos países conlleva encarecimiento de las energías fósiles. Quienes siempre la han defendido sacan pecho y quienes la cuestionaban, pliegan velas. Tampoco hacemos caso a la señal.

El tercer aviso se presenta con aires apocalípticos. La tierra tiembla en Japón y el mar desatado destroza las instalaciones de Fukushima poniendo al mundo ante una catástrofe nuclear. La primera víctima del tsunami es la euforia, recién estrenada, por la energía nuclear. Angela Merkel, ardiente defensora de las centrales nucleares, declara una moratoria y los demás países la siguen. Empezamos a tomarlo en serio.

Las tres señales apuntan en la misma dirección y llevan el mismo mensaje, a saber, que el modelo de vida basado en el consumo ilimitado es inviable porque no hay energía capaz de mantenerlo en movimiento. Las reservas de petróleo son limitadas y la energía nuclear es un peligro. Sin esas fuentes energéticas el progreso, santo y seña de nuestra civilización, es imposible.

Nuestro problema es el progreso que es, como decía Ernst Jünger, «el templo más visitado por el hombre de nuestro tiempo». El progreso es el mito del siglo XXI porque a él va unida la idea compartida por todos, de que es ilimitado, imparable y salvífico. Hemos asistido a tantos descubrimientos en el último siglo que hemos llegado a la conclusión de que podemos vencer todos los obstáculos y así encontrar remedio a todos los problemas. Por eso es salvífico. 
 
A la vieja receta de abuela -«la hoja del calendario remedia todos los males»- corresponde nuestra fe ciega según la cual con tiempo todo se arregla. Pero si los recursos del mundo son limitados, los avances también. Sin olvidar que cada descubrimiento positivo tiene su lado negativo. Gracias a la energía nuclear podemos vencer al cáncer pero también destruir el planeta.

El problema de nuestro tiempo somos nosotros mismos. Ha llegado el momento de plantear un estilo de vida que permita vivir a todo el mundo con los limitados recursos de los que disponemos. Es hora de empezar a pensar un tipo de felicidad compatible con el empobrecimiento y no con el enriquecimiento indefinido. Hay que abandonar la idea de que el futuro consiste en volver a los viejos buenos tiempos.

Si la Humanidad fuera inteligente, sacaría provecho de los tres avisos. Pero los cambios históricos son en general producto de la necesidad más que de la inteligencia. El caso alemán es significativo. Lo que hizo cambiar a la 'lideresa' europea, Angela Merkel, no fue el miedo nuclear sino el miedo a perder las elecciones. No las razones sino los votos. El desastre electoral en Baden-Wüttenberg, el rico 'Land' feudo durante casi sesenta años de la derecha alemana, es la metáfora de la racionalidad política. 

De momento los ciudadanos están diciendo que no quieren vivir bajo la amenaza del peligro nuclear. Si son consecuentes dirán también que están dispuestos a vivir con menos. La política, que entre sus nobles funciones tiene la de hacer pedagogía, debería revisar su querencia a prometer lo imposible y ayudar a reconciliarnos con las posibilidades reales de la existencia.

(*) Manuel Reyes Mate, filósofo español, dedicado a la investigación de la dimensión política de la razón, de la historia y de la religión.

Homenaje al catedrático de la Universidad Complutense, José Vidal Beneyto, en el Instituto Cervantes, de París

PARÍS.- El Instituto Cervantes, de París, organiza el próximo jueves 5 de mayo, a las 19 horas, un homenaje a la figura de José Vidal Beneyto, pensador, sociólogo y catedrático de la Universidad Complutense, de Madrid, fallecido hace poco más de un año.

Participarán en el citado acto diferentes personalidades como Edgar Morin, filósofo, Jacques Leenhardt, filósofo y director de estudios de  l’École des Hautes Études de Sciences Sociales, Gérard Imbert, profesor de comunicación audiovisual  en la Universidad Carlos III y escritor, Ignacio Sotelo, ensayista y profesor emérito de la Universidad Libre de Berlín, Fernando Álvarez Uría, profesor de sociología de la Universidad Complutense de Madrid y José Luis Dicenta, secretario general de Unión Latina. Moderadora será Juana Escudero, Subdirectora del Departamento de Cultura de  los Institutos Cervantes. El homenaje concluirá con una intervención musical de Paco Ibáñez.

El Instituto Cervantes está en el número 7, de la Rue Quentin Bauchart, 75008 de París. Tlf: 33 14 07 092 92 Fax: 33 14 72 027 49, e-mail: cenpar@cervantes.es / http://paris.cervantes.es