Sólo quedan dos salidas y, como diría Rajoy tras reconocer
su rotundo fracaso al frente de la presidencia del Gobierno, tenemos
que escoger entre “lo malo y lo peor”. Es decir entre solicitar sin
dilación el rescate general de España por los fondos de la UE, o el
plantearse la salida española del euro y el regreso de la peseta (lo que
sería una decisión demencial que nos expulsaría del tren de la UE que
nunca más podríamos alcanzar).
Dos opciones que se manejan en secreto en los altos despachos de la Moncloa, a las que se debería añadir la que será consecuencia inevitable de la puesta en marcha de cualquiera de las dos salidas: la marcha de Rajoy, por su fracaso político y por el desprecio al Parlamento y conjunto de los ciudadanos a los que ha ocultado la verdad y ha llevado al desastre económico y social. No en vano el dilema al que se enfrenta Rajoy es el siguiente: o no se enteró de nada de lo que pasaba; o simplemente lo ocultó.
A ello tenemos que añadir el constante caos y descoordinación del Gobierno. Lo que ha pasado el viernes con la Bolsa y la Prima de riesgo es un ejemplo: el Gobierno anuncia que Valencia ha pedido el rescate al Estado, en plena jornada de Bolsa, que se hunde y los mercados interpretan que hay problemas con el memorándum del rescate bancario de España por el Eurogrupo. Se junta todo y todo se va por el desagüe del desconcierto y el caos general. ¿A quien se le ocurrió anunciar lo de Valencia antes del cierre de los mercados? Se ha repetido lo que paso con Bankia cuando Rajoy, un lunes, anunció una inyección de dinero público, cayo Rato y se hundió Bankia antes de alcanzar una solución en un fin de semana y al margen de la Bolsa. Y , con estos mimbres, es imposible hacer un cesto y el país entra en zona de pánico, y Francia pide al BCE que haga algo, y en Nueva York nos miran con estupor, mientras en Alemania la señora Merkel reflexiona en voz alta y con razón: España ya no tiene solución.
Parece que Rajoy al inicio de su mandato no supo ver la situación de emergencia de España (como Zapatero no vio la crisis). Pero sí comenzó a verle las orejas al lobo cuando le estalló en las manos Bankia, percibió la quiebra de las Comunidades -Valencia acaba de pedir su rescate- y se inició el incendio de la deuda pública, avivado por un vendaval de pésimas noticias sobre la situación de España, que el propio Rajoy y sus ministros se encargaron de lanzar a los cuatro vientos–“no hay dinero para pagar nóminas de los funcionarios, ni los servicios públicos, ni para financiar la deuda bancaria, etc”- para justificar así sus ajustes sociales ante los españoles y también para acabar de espantar a los mercados.
El día que Merkel recibió a Rajoy en un barco de turistas para hablar de los problemas de España mientras se daban un paseo por el río de Chicago, el presidente español y su séquito -al que se les volaban los papeles y los gráficos por la popa de la nave- debieron entender que Merkel había dado la espalda a España. Y con Merkel estaban la Comisión, el BCE, el FMI, incluso Francia por mas que Hollande disimulara –aunque se quitó la máscara en Londres cuando anunció una Europa a dos velocidades-, máxime cuando la UE conoció el agujero de 23.600 millones de Bankaia, y los déficits añadidos de Madrid y Valencia.
Y por si algún dato le faltaba a Rajoy para reconocer lo que temía, el gran rescate de España, ahí estaba el hierático Mario Draghi, en el BCE diciendo que no pensaba comprar deuda pública hispana hasta que el Gobierno de Madrid no pidiera el rescate global del Estado y aceptara la intervención de la Economía y las Finanzas españolas.
Ahora ya sabe Rajoy que no tiene escapatoria. Y que ni el rescate de la banca, aprobado por el Eurogrupo, ni sus duras medidas de ajuste social, que han lanzado a la calle a la ciudadanía, le van a servir para evitar el rescate general de España como se aprecia en el hundimiento de la Bolsa, la prima de riesgo a 612 puntos y los tipos de interés a 10 años por encima del 7,2 % (con ayuda inestimable del anuncio del rescate valenciano) .Y naturalmente todo esto concluye con este bonito y desastroso aplauso con el que los mercados han recibido el rescate bancario y el duro ajuste del Gobierno.
Lo único que le queda a Rajoy es esperar que el BCE se apiade y compre deuda pública con urgencia, al menos hasta que España presente formalmente su petición de rescate total. De esa manera comprobará Rajoy que el rescate final de España estaba dibujado por Merkel, el BCE y la Comisión desde hace varios meses. Un rescate por entregas -primero por la banca- pero un rescate total. Y más vale que Rajoy lo ponga en marcha cuando antes, sin más cábalas ni excusas. Y en cuanto lo haga el presidente deberá reflexionar sobre su posible marcha, porque quien no supo evitar la catástrofe no la puede gestionar.
Dos opciones que se manejan en secreto en los altos despachos de la Moncloa, a las que se debería añadir la que será consecuencia inevitable de la puesta en marcha de cualquiera de las dos salidas: la marcha de Rajoy, por su fracaso político y por el desprecio al Parlamento y conjunto de los ciudadanos a los que ha ocultado la verdad y ha llevado al desastre económico y social. No en vano el dilema al que se enfrenta Rajoy es el siguiente: o no se enteró de nada de lo que pasaba; o simplemente lo ocultó.
A ello tenemos que añadir el constante caos y descoordinación del Gobierno. Lo que ha pasado el viernes con la Bolsa y la Prima de riesgo es un ejemplo: el Gobierno anuncia que Valencia ha pedido el rescate al Estado, en plena jornada de Bolsa, que se hunde y los mercados interpretan que hay problemas con el memorándum del rescate bancario de España por el Eurogrupo. Se junta todo y todo se va por el desagüe del desconcierto y el caos general. ¿A quien se le ocurrió anunciar lo de Valencia antes del cierre de los mercados? Se ha repetido lo que paso con Bankia cuando Rajoy, un lunes, anunció una inyección de dinero público, cayo Rato y se hundió Bankia antes de alcanzar una solución en un fin de semana y al margen de la Bolsa. Y , con estos mimbres, es imposible hacer un cesto y el país entra en zona de pánico, y Francia pide al BCE que haga algo, y en Nueva York nos miran con estupor, mientras en Alemania la señora Merkel reflexiona en voz alta y con razón: España ya no tiene solución.
Parece que Rajoy al inicio de su mandato no supo ver la situación de emergencia de España (como Zapatero no vio la crisis). Pero sí comenzó a verle las orejas al lobo cuando le estalló en las manos Bankia, percibió la quiebra de las Comunidades -Valencia acaba de pedir su rescate- y se inició el incendio de la deuda pública, avivado por un vendaval de pésimas noticias sobre la situación de España, que el propio Rajoy y sus ministros se encargaron de lanzar a los cuatro vientos–“no hay dinero para pagar nóminas de los funcionarios, ni los servicios públicos, ni para financiar la deuda bancaria, etc”- para justificar así sus ajustes sociales ante los españoles y también para acabar de espantar a los mercados.
El día que Merkel recibió a Rajoy en un barco de turistas para hablar de los problemas de España mientras se daban un paseo por el río de Chicago, el presidente español y su séquito -al que se les volaban los papeles y los gráficos por la popa de la nave- debieron entender que Merkel había dado la espalda a España. Y con Merkel estaban la Comisión, el BCE, el FMI, incluso Francia por mas que Hollande disimulara –aunque se quitó la máscara en Londres cuando anunció una Europa a dos velocidades-, máxime cuando la UE conoció el agujero de 23.600 millones de Bankaia, y los déficits añadidos de Madrid y Valencia.
Y por si algún dato le faltaba a Rajoy para reconocer lo que temía, el gran rescate de España, ahí estaba el hierático Mario Draghi, en el BCE diciendo que no pensaba comprar deuda pública hispana hasta que el Gobierno de Madrid no pidiera el rescate global del Estado y aceptara la intervención de la Economía y las Finanzas españolas.
Ahora ya sabe Rajoy que no tiene escapatoria. Y que ni el rescate de la banca, aprobado por el Eurogrupo, ni sus duras medidas de ajuste social, que han lanzado a la calle a la ciudadanía, le van a servir para evitar el rescate general de España como se aprecia en el hundimiento de la Bolsa, la prima de riesgo a 612 puntos y los tipos de interés a 10 años por encima del 7,2 % (con ayuda inestimable del anuncio del rescate valenciano) .Y naturalmente todo esto concluye con este bonito y desastroso aplauso con el que los mercados han recibido el rescate bancario y el duro ajuste del Gobierno.
Lo único que le queda a Rajoy es esperar que el BCE se apiade y compre deuda pública con urgencia, al menos hasta que España presente formalmente su petición de rescate total. De esa manera comprobará Rajoy que el rescate final de España estaba dibujado por Merkel, el BCE y la Comisión desde hace varios meses. Un rescate por entregas -primero por la banca- pero un rescate total. Y más vale que Rajoy lo ponga en marcha cuando antes, sin más cábalas ni excusas. Y en cuanto lo haga el presidente deberá reflexionar sobre su posible marcha, porque quien no supo evitar la catástrofe no la puede gestionar.