sábado, 22 de septiembre de 2012

Europa 2012 / Santiago Niño Becerra *

Otra vez vuelve a hablarse de la 'W'. Ya saben lo que pienso: se estaba cayendo porque el modelo se agotó; entonces se vio que aún podía hacerse el último negocio a la vez que se daba esperanzas a la clase que está desapareciendo: la media, y se inventaron los planes E; pero un año y medio despues la bola de esos planes ya era ingobernable, y se les puso fin y se sacó del cajón la motosierra; y nos pusimos a trampear hasta que ya na-de-na.
 
Pienso que no es una 'W' sino una 'L' en la que ha habido una pequeña inflamación. Alemania está estirando lo que ya no  da más de sí, otros ya ni eso. Y por aquí diciendo que la solución está en las exportaciones a pesar de que todo el mundo está peor y el endeudamiento agotado. Como no vendamos a Marte ...

Ahora alguien (además del Profesor Krugman) volverá a hablar de reactivación, de la necesidad de reactivar: para que aumente el consumo, y las empresas contraten factor trabajo, y la recaudación crezca y los Estados puedan atender sus necesidades que son las de sus ciudadanías. Y hasta tal vez haya alguien que resucite a 'los brotes verdes'.

Vamos a ver, no se puede reanimar algo que ya está muerto, y en el caso del PIB es imposible fabricar cosas que nadie puede comprar porque no tiene con qué pagarlas. El crecimiento de los años que median entre 1992 y el 2006, y sobre todo en el período 02 - 06 se consiguió porque no se miraron los recursos que se gastaban y porque nadie se preocupó en averiguar si quienes consumían iban a poder pagar lo que se les estaba suministrando. Cuando la capacidad de endeudamiento de Estados, empresas, familias, regiones y ayuntamientos llegó a su límite físico, se acabó. Y en estas estamos.

Quienes aún tiran, lo hacen porque se les sigue sosteniendo (USA), porque aún tienen pedidos de fuera (Alemania), porque no han agotado aún la capacidad de endeudamiento que se les concedió (Brasil), porque su diversificación les permite seguir con un zapato y una alpargata (Francia). Expectativas tienen cuatro: los países que deben poco, no dependen financieramente del exterior y tienen pasta (países árabes con petróleo, gas y fondos soberanos), Escandinavos, Japón, e Inglaterra por su capacidad de inventar filosofías y descubrir caminos, y poco más.

No es una 'W', es la continuación de la caída que se manifestó en el 2007 y a la que se quiso poner remedio haciendo cheques de una cuenta en la que ya no quedaba saldo y creyendo que aún era posible el café para todos. Y no.

El ajuste fino pone de manifiesto lo que siempre se ha sabido: que habían varias Europas, al menos dos, y que eso va a seguir yendo a más hasta que se el paso a la Europa de los clusters: una nueva estructura para un nuevo modelo.

Pero para eso aún falta y mientras hay que seguir manteniendo la ficción que con ajustes  y recortes se va a poder pagar lo que se debe. (¿Quien se extraña de que en España no descienda el déficit a pesar de recortar y recortar lo ya recortado y a pesar de que se siga recortando?. España decrece, por lo que cada vez genera menos).
Y continúa sin hablarse de la deuda. (Será que aún no toca).

(*) Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

Por qué nos encanta llamarlos Generación Ni-Ni / Andrés Pedreño *

Cuando se habla de la problemática social del empleo a menudo se movilizan categorías que ocultan los criterios político-ideológicos que las animan. Por ejemplo, la categoría de personas ´inactivas´ de la Encuesta de Población Activa designa a aquellas que no disponen de un empleo formal (de mercado), pero oculta que esas personas realizan un trabajo (o trabajos) al margen del mercado (atención a labores domésticas, cuidado de personas dependientes, trabajos informales, etc.) indispensable socialmente. Al calificarlo de ´inactivo´ queda inmediatamente desvalorizado, estigmatizado e inhábil para generar derechos públicos (prestaciones, de Seguridad Social, desempleo, etc.).

Estos días los medios de comunicación se han hecho eco del Informe de la OCDE que revela entre otros datos que el 23,7% de los españoles entre 15-29 años no están trabajado ni tampoco estudiando en 2010. Y de nuevo se ha sacado la categoría o etiquetaje Generación Ni-Ni (jóvenes que ni estudian ni trabajan). ¿Cuál es la génesis de este término y por qué tiene tanto éxito en su uso mediático-político e incluso entre algunos académicos?

La Generación Ni-Ni es un término que ha tenido una notable capacidad de circulación social. Su éxito se debe a que permite (presuntamente) explicar actitudes juveniles de desánimo para estudiar y trabajar. Así, un reportaje del diario El País (publicado el 22-VI-2009) afirmaba que «los sociólogos detectan la aparición de un modelo de actitud adolescente y juvenil: la de los Ni-Ni, caracterizada por el simultáneo rechazo a la hora de estudiar y trabajar» como respuesta a una pregunta previa: «¿Ha surgido una generación apática, desvitalizada, indolente, mecida en el confort familiar?». 

También se han promovido muchos estudios sobre esta generación que se aprecia como una ´degeneración´. «Se está produciendo una gran quiebra cultural. Los componentes identitarios de los jóvenes no son ya las ideas, el trabajo, la clase social, la religión o la familia, sino los gustos y aficiones y la pertenencia a la misma generación y al mismo género; es decir: elementos microespaciales, laxos y efímeros», escribe el catedrático de sociología José Felix Tezanos en su estudio sobre Juventud y Exclusión Social (2010).

Recientemente tuve ocasión de participar en un informe para el Consejo Económico Social sobre el mercado de trabajo de los jóvenes de la Región de Murcia (2012) en el que dedicamos un amplio capítulo a analizar esta problemática denominada Ni-Ni. Algunas conclusiones: 

1. Se trata de un fenómeno que ha sido cuantificado estadísticamente de forma muy confusa: no es lo mismo decir que «no encuentra trabajo» que decir «tiene actitudes de desánimo o de rechazo para trabajar o para estudiar» (este segundo significado es lo que realmente quiere expresarse con el atributo Ni-Ni). 2. Estudiando, a través de entrevistas, las trayectorias de jóvenes se comprobó la heterogeneidad de condiciones materiales de vida que está detrás de los proyectos de vida de los jóvenes entrevistados „diferencias de clase o de situación socioeconómica, o incluso diferencias de origen étnico o de género invalidan la posibilidad de englobar su realidad en una única categoría sociológica o existencial (Generación Ni-Ni).

La experiencia compartida de la precariedad laboral y vital no hace, desde luego, a una generación, pero sí a una posición social, la del ´precariado´: «Puedo citar con los dedos de una mano los días que he trabajado con contrato desde marzo hasta aquí» (joven entrevistado en la investigación). Si observamos las trayectorias de los entrevistados, aparece un itinerario absolutamente errático, en el cual ningún trabajo proporciona una carrera coherente, sino que, por el contrario, apreciamos continuos obstáculos y caídas entremedias de los saltos que se van dando de un fragmento de trabajo a otro.

 ¿Acaso las brújulas que las sociedades han diseñado son capaces de orientar a alguien en esa errancia en la que está el ´precariado juvenil´ de nuestras sociedades hoy? Perder la orientación es fácil, y no digamos ya la esperanza y la ilusión. Cuando Julián o Eladio relatan en sus respectivas entrevistas la crisis personal vivida en su fase Ni-Ni „y utilizan expresiones como «por gandulería», «una época mala», «dejadez», etc. para representar su falta de voluntad para continuar estudiando o para insertarse en el mundo laboral, están tratando de verbalizar el síntoma del malestar de todo un estrato de jóvenes que ha perdido las certezas necesarias para sentir que pueden coger las sendas de sus vidas de forma coherente. 

Pero ¿qué sucede cuando todo tu entorno vital emite señales desalentadoras que cuestionan el gran relato de la escuela y el trabajo como vehículos de integración social? Pues sucede lo que Richard Sennet anuncia en La corrosión del carácter (1998): «Sé que un régimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón profunda para cuidarse entre sí no puede preservar por mucho tiempo su legitimidad».

Todo apunta a que el éxito del término Ni-Ni se debe a la construcción de un atributo estigmatizante para esos estratos del ´precariado´ juvenil. Se trata de marcar con el atributo de Ni-Ni lo que se concibe como rasgos de ´degeneración´ de la juventud de hoy. El problema de esta construcción estereotipada de comportamientos anómicos bajo la lógica de la socioestigmatización es que termina responsabilizando a ellos mismos de la situación difícil que viven muchos jóvenes. No parece este un camino muy alentador para abordar la crisis social del empleo que vulnerabiliza a un buen número de jóvenes.

(*) Profesor titular de Sociología en la Universidad de Murcia